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DARK SIDE OF THE MOON - PINK FLOYD (1973)

DARK SIDE OF THE MOON - PINK FLOYD (1973)

Roger Waters, bajista de Pink Floyd, definió este disco como una expresión del mundo moderno, dominado por la política, el dinero, la incomunicación o el tiempo. Todos estos factores quedaron reflejados en este álbum conceptual, con carácter casi filosófico, que está considerado como una de las grandes obras maestras del rock progresivo de todos los tiempos. Un disco en el que el grupo definió el concepto de “rock cósmico”, combinando el uso de sintetizadores y efectos electrónicos con el sonido clásico de la banda de rock (bajo, batería, guitarra y teclados). Un sonido que ya habían comenzado a experimentar en canciones como “Echoes” (cara B del disco “Meddle” de 1971) y que en “Dark Side of the Moon” llevaron a su máxima expresión. Esta combinación de efectos sonoros, texturas “atmosféricas”, y sonido de rock clásico es considerada la seña de identidad del sonido “Pink Floyd”.

 

“Dark Side of the Moon” es un album repleto de grandes ideas musicales, y tremendamente rico en los detalles técnicos. En una época en la que el estudio de grabación se consideraba un instrumento más a la hora de la elaboración de un disco, Alan Parsons realizó una de las producciones más elaboradas y creativas de todos los tiempos, consiguiendo, a pesar de la densidad de la obra, un sonido limpio, nítido, superando la enorme dificultad de plasmar toda la amalgama de matices que contiene.

 

El trabajo instrumental es absolutamente magistral por parte de todos los componentes del grupo. Destaca la guitarra de David Gilmour, que a lo largo de la obra combina sonidos “blues” con otros más cristalinos, espaciales o etéreos. En “Breathe” consigue momentos de gran belleza con sus fraseos calidos y emotivos. Esta canción curiosamente contiene una progresión de acordes muy cercana al Jazz (aconsejo que escuchéis el “Kind of Blue” de Miles Davis). “On the Run” es una pieza casi experimental, dominada por el sonido de un secuenciador que reproduce una sucesión de notas que se combina con diferentes efectos sonoros (voces pregrabadas, guitarras con ecos, osciloscopios,…). El sonido de varios relojes anuncia el comienzo de “Time”, con la excelente y desgarradora interpretación a la guitarra y a la voz de Gilmour, y el acertado acompañamiento de un coro de cuatro voces femeninas, que enlaza con uno de los pasajes más emocionantes del disco: “The Great Gig in the Sky”, donde una cantante improvisa de un modo magistral sobre la base del delicado piano de Rick Wright y el pedal steel guitar de Gilmour, alternándose los momentos de calma con otros de una intensidad extrema, obteniendo un resultado absolutamente conmovedor. La cara B se abre con el gran clásico “Money”. La canción que hizo vender millones de discos al grupo, y cuyo riff principal nació de un blues escrito por Roger Waters, con un compás poco habitual (7/4), y que incluye un magnífico solo de saxo de Dick Parry, y nuevamente la excelente guitarra de Gilmour. “Us and them” muestra la capacidad de interpretación, delicada, lineal y precisa, de Nick Mason (batería) y Rick Wright (piano), que unida a efecto del eco en la voz y de las efectivas armonías vocales de Gimour y Mason provocan en ocasiones la extraña sensación de estar flotando en el espacio. Tras tres minutos y medio de improvisación instrumental (“Any colour you like”) con la alternancia del sonido del sintetizador de Wright y la guitarra con Wha-wha de Gilmour, llegamos a la resolución de la obra, el final sublime con “Brain Damage” y “Eclipse”. Dos canciones con las que se alcanza la apoteosis emocional, en las que se combinan varias melodías de gran mérito, cuya belleza se realza con unos espectaculares arreglos, similares a los escuchados a lo largo del resto de la obra.

 

           Un disco que a pesar de su compleja concepción y elaboración no es un disco frío ni artificial. Al contrario, es un disco muy directo y que nace directamente de las emociones. En definitiva un disco hecho con la cabeza pero también con el corazón. Quizá esto es lo que le ha permitido ser considerado como uno de los mejores discos de la historia del rock. Aconsejo a todos aquellos que no lo hayan escuchado que se dejen llevar durante 45 minutos por la belleza y emoción de este clásico atemporal.

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